Guillermo Rothschuh Tablada

GUILLERMO ROTHSCHUH TABLADA (Juigalpa, 1926 – 2022) exalta con su obra al hombre y al paisaje como sustento de una identidad local, en una región reinventada con su propia poesía. El principal pregonero de la Chontaleñidad sembró, aporcó y aportó a la conversión mitológica de Chontales, lo transformó en una tierra mítica, pues como no habría serlo, por citar un ejemplo, si aquí nace el campisto chontaleño que muchos “puetas” y cantores han subido a la repisa de la cultura nacional. Convertidos en centauros, en el “Homus chontaleñus”, personifican un arte y proceder campestre temerario y centenario.

Rothschuh Tablada vivifica personajes que enaltecen el vivir y el sentir de Chontales. Goyos, Catarranes y Gadeas son algunos de ellos.

Con su palpitar de campo labró los surcos de un cultivar no solo en el suelo de esta provincia, sino en el corazón, en el pensar y en el andar de un pueblo que sigue regocijándose en la obtención de los mejores frutos de esta prodigiosa tierra.

FEDERICO GUILLERMO DEL SOCORRO ROTHSCHUH TABLADA

Representa uno de los más apreciables valores de la cultura chontaleña y nicaragüense. Su prolífera hoja de vida deja constancia de ser “pueta”, maestro de generaciones en todos los niveles educativos, dariano, académico, catedrático, promotor de importantes iniciativas culturales, prologuista, ensayista, crítico literario, humanista, admirable orador y comprometido pregonero de las expresiones culturales representativas del pueblo chontaleño, reivindicador proceso que definió y proclamó como Chontaleñidad. También se le reconoce su decidida participación en la formación de una destacada generación de intelectuales y dirigentes políticos nacionales.

Juigalpa, la tierra que mil veces escogería para nacer, si mil veces tuviera esa oportunidad, lo acogió en su nacimiento a las 3:40 de la tarde del 27 de mayo, de 1926. Sus padres fueron la juigalpina María del Carmen Tablada Mora (1901 – 1995) y Guillermo Rothschuh Cisneros (1899 – 1948), un reconocido poeta postmodernista, hijo de Ernest Rothschuh, médico alemán que llegó a Nicaragua alrededor de 1890.

Su niñez transcurre en su natal Juigalpa. En sus días de vacaciones, durante su formación primaria en la Escuela de Varones, visitaba a su tía Adela Mora en la popular finca La Pachona, perteneciente en ese entonces a don David Báez. Gratos recuerdos de esa época fueron albergados en su prodigiosa memoria. El entorno campestre, el vivir y el sentir de un pueblo arraigado al cuido y multiplicación de sus vacas, impregnaron su infancia de motivos perdurables que fueron cultivados en las más exquisitas líneas de su futuro quehacer literario.